-Sí, ¿te conozco?
-Soy Gabriel- así que él era al que habían mandado para cuidarme.
-¿Debería sonarme tu nombre?
-Creo que sí.
-¿Crees? ¿Cómo que crees?
-Que no estoy seguro, ya que si te dijo algo tu abuelo sí, si no, no.
-Mi abuelo no me dijo quién, me dijo solo que iba a mandar a alguien.
Toco el timbre y nos sentamos. Él en una mesa a mi lado ya que me sentaba sola. “¡maldita sea!” pensé para mí. Ahora tocaba plástica y no me había acordado de las puñeteras pinturas. Suspire. Entra la maestra y se fija en mi compañero.
-Quién eres y que haces en esta aula- le pregunta a Gabriel.
-Me llamo Gabriel y soy un alumno nuevo.
La maestra lo observa muy desconfiada pero le pide sus datos. Gabriel se gira para mirarme y me ve tensa.
-¿Qué ocurre?- me pregunto
-Las temperas, se me olvidaron.
-Tu abuelo me lo dijo y me dio unos pocos botes. Ya no te preocupes.
Suspire aliviada y nos dirigimos al aula de manualidad que estaba al lado de nuestra clase. Entramos, nos sentamos y Lena, la maestra, empezó a explicarnos. Termino de explicar y empezamos a trabajar. La clase se pasó volando. Lilia antes de terminar de recoger ya estaba a mi lado con su mirada de “de que conoces a ese tío”
-Gabriel ve para clase que ya voy yo.
-De acuerdo- me responde y se va.
-¿de qué lo conoces?- me pregunto en cuanto desapareció por la puerta.
-Mmmm…- no sabía que responderle así que le mentí- es un amigo que conocí hace un par de años en la playa de Málaga.
Fuimos a nuestra clase. Tocaba mates. Fantástico. Otra hora aburrida, tuve suerte, con Gabriel a mi lado no se me tan larga. Después de mates, lengua. A la media empezamos a mandarnos notas contando nuestra vida, bueno, más bien contándole yo la mía. La suya según él, era demasiado larga y tendría que escribir un libro entero. Tocó el recreo.
Solo faltaban tres horas y a casita a descansar. Durante el recreo, Gabriel, me siguió hasta donde estaba Lilia con su novio y con los amigos de su novio.
-Regina- me llamo Gabriel.
-Dime- dije girándome.
-¿de verdad pretendes juntaste con ellos?
- Al contrario que tú, yo he nacido en la tierra, me he criado en la tierra.
Me miró, me cogió de la mano y me llevo a un lugar donde nos podían ver pero no oír.
-Que sabes de mí – me pregunto.
-poco tirando a nada ¿por?
-que me dirías si te propusiera contarte mi historia.
-Te diría que me encantaría escucharla.
- de acuerdo. Te la cuento esta tarde cuando lleguemos.
-Vale y ahora…. ¿me dejaras hablar con Lilia?
-Sí te dejare. Pero iré contigo.
-Espero que sepas luchar- dije por lo bajini.
Fui hacia Lilia que estaba hablando con Jorge y sus amigos y al verme abre sus brazos invitándome a abrazarla. Yo empecé a correr para echarme en sus brazos y poder abrazarla. Dios… como echaba eso de menos. Mire a Gabriel y se notaba que no aprobaba mi comportamiento, pero me daba igual lo que pensara. Quería demasiado a Lilia.
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